jueves, 10 de diciembre de 2015

'Hospital General Ramiro de Maeztu'

No tengo noticia de ningún instituto, colegio, escuela o centro educativo de enseñanza media que haya tenido unas instalaciones médicas comparables con las del Ramiro de Maeztu. Lo normal, en la inmensa mayoría de los casos, era disponer de una modesta enfermería y poco más. Pero el Ramiro no fue fundado como un instituto cualquiera (lo sabemos bien) y, hasta en este aspecto, fue un caso excepcional. Pese a ello, el famoso libro de presentación del Ramiro, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones, es muy escueto en su canto a las excelencias de nuestro servicio médico:

















Pero esta brevedad en el texto se ve compensada con hasta siete imágenes de diferentes instalaciones médicas, algunas de ellas desconocidas para nosotros. ¿Habían desaparecido ya en nuestra época o, simplemente, nunca tuvimos acceso a ellas?
Sin duda, conocimos la sala en la que pasábamos el reconocimiento médico y, también, la de rayos X, pero ¿quién sabía que teníamos un quirófano, un laboratorio de análisis clínicos o un gabinete de odontología, todos ellos perfectamente equipados? Pues aquí están, por si alguno lo duda:


















































































































Todas estas instalaciones, modernísimas para la época (debieron estar ya disponibles en la segunda mitad de los años cuarenta) se encontraban situadas en el edificio de la Residencia Generalísimo Franco, que había sido por un corto período de tiempo (de mayo a octubre de 1939), cárcel de 'mujeres madres' y en el que, en noviembre de ese mismo año, tuvo lugar la apertura oficial del primer curso docente del Instituto Ramiro de Maeztu, el 1939-40. 

Como sucedió con tantas otras cosas (algunas de gran valor) de nuestro Instituto, todas estas instalaciones desaparecieron, de forma definitiva, cuando, ya en época reciente, el edificio fue canjeado por el de los talleres con el CSIC. Muebles, material y enseres de todo tipo desaparecieron para siempre, al igual que una buena parte de los que estaban en el Internado Hispano-Marroquí, cuyo edificio se reintegró a la Residencia de Estudiantes.


























Uno más de múltiples expolios sufridos por el Ramiro a lo largo de su accidentada historia. Por suerte, hoy nos quedan estas fotografías para perpetuar el recuerdo de aquellas instalaciones clínicas singulares.