domingo, 15 de septiembre de 2024

La misteriosa estatua de José Antonio

Debemos considerar este artículo como una segunda parte del escrito por nuestro compañero Paco Acosta, publicado en el blog 'Alumnos del Ramiro de Maeztu Promoción de 1964' el 28 de febrero de 2014. 
Un bien documentado escrito, de lectura obligada para entender mejor lo que ahora ampliamos, al que podéis acceder a través de este enlace.

En él, Acosta, tras una concienzuda investigación, nos mostraba las pruebas evidentes de que esa estatua estuvo a punto de ser colocada en el Ramiro... ¿o fue todo un bien condimentado paripé, urdido por alguien (parece que, de ser cierta esta 'conspiranoica' teoría, ese 'alguien' no pudo ser más que el propio Franco o una persona muy próxima a él) quien, desde un principio, tenía decidido que la gran figura de José Antonio no debería competir en protagonismo con la del Caudillo?
No cabe duda de que esto es una posibilidad real, aunque nos parece más probable (no deja de ser una opinión) que Franco aceptase, en principio, la propuesta de realizar la estatua, sin tener tomada la decisión final, que él mismo dejaría pendiente del transcurso de los acontecimientos y de su posterior opinión al respecto.

Lo que sí parece probado es que en mayo de 1942, durante la visita del Jalifa al Ramiro (perfectamente documentada, tanto a nivel gráfico como escrito), le fue mostrado el boceto de la ya casi terminada estatua ecuestre de Franco (Orduna), y el de la de José Antonio (Capuz). Sin embargo, mientras era bien sabido que la primera sería colocada en el centro de la plaza, justo delante de la entrada principal del instituto, nada sabemos del lugar al que estaba destinada la del fundador de Falange. 
Revista Nacional de Educación nº 18 (1942)
Revista Nacional de Educación nº 18 (1942)


En el texto de arriba descubrimos otro misterio, digno de ser investigado: ¿Estaba previsto instalar en el instituto una "fuente monumental"? ¿Dónde? 
Unos días después de la visita del Jalifa (en cuyas fotos, conservadas en el archivo de la Agencia EFE, pueden verse detalles interesantes, como que la Minerva ya estaba situada delante del 'Parque de Juegos Infantiles', junto a la entrada de Serrano; que las tribunas del campo de fútbol no estaban construidas; que la plaza aún permanecía sin la estatua de Franco; y que un gran montón de ladrillos situados junto a la escalera que, desde esa misma plaza, da acceso al campo de fútbol sugerían que el edificio de los talleres ya estaba empezando a levantarse), nos consta que la estatua de Franco montado en su caballo 'Imperio' fue expuesta en el madrileño Círculo de Bellas Artes; acto del que daría debida cuenta el diario ABC del 3 de junio de 1942. Poco tiempo más tarde, sería colocada en su definitiva ubicación del Ramiro.

Paco Acosta nos explica en su artículo que las escasas informaciones sobre la prevista escultura de José Antonio fueron un tanto inconcretas, ya que, en algún momento, no estuvo claro, al menos para parte de la prensa, si lo que estaba preparando Capuz era un busto o una escultura de cuerpo entero.
La realidad es que Capuz también hizo (un año más tarde, en 1943) un busto de José Antonio, pero no fue para el Ramiro, y como la noticia, publicada en ABC, sobre la citada visita del Jalifa decía "busto", leída con ojos de hoy, podía crear confusión, pero hay que interpretar que fue una equivocada licencia periodística.

Acto de presentación del busto de José Antonio (Capuz) en la Diputación Provincial de Madrid

Todas las dudas las disipó el propio Paco Acosta más adelante, pues, finalmente, encontró en la hemeroteca una información que a todos nosotros nos pareció irrefutable. Publicada el 11 de diciembre de 1942, aparecía en la sección 'Notas Gráficas de Actualidad' del diario ABC esta fotografía:

El texto que la acompañaba era muy claro: 
"Los ministros de Educación Nacional y de Agricultura, señores Ibáñez Martín y Primo de Rivera, contemplando en el estudio del ilustre artista Capuz, la estatua, modelada por éste, de José Antonio, con destino al Instituto Ramiro de Maeztu.
(Foto V. Muro)".

Por lo que vemos en la fotografía que publicó ABC, la figura ya estaba lista en esa fecha para, a continuación, crear el molde que permitiese el posterior proceso de fundición del bronce. Es más que probable que fuese recientemente terminada por José Capuz y se concertase la visita oficial de las autoridades para dejar constancia del momento.
Sin embargo, esa fotografía parecía ser el último documento fehaciente de la existencia de esa estatua.
A partir de ese momento, nadie volvió a mencionarla. 
¿Llegó a fundirse? Creemos que no.


Aquí podría terminarse la curiosa historia de la desaparecida estatua de José Antonio Primo de Rivera, en la que Capuz estuvo trabajando para que fuese situada en el Ramiro... de no ser por la sorprendente aparición de una fotografía en Inglaterra.

Inmersos en la permanente búsqueda de documentos relacionados con el Ramiro, una de esas habituales casualidades con las que tropiezan quienes nunca cejan en su empeño investigador, nos colocó frente a una fotografía que, a primera vista, parecía la publicada por ABC. Pero no era la misma imagen.
La fotografía pertenecía a un banco de imágenes británico: Bridgeman Images. La principal diferencia aparente con la de ABC era (aparte de la calidad en su resolución, claro) su formato apaisado, en contraste con el vertical de la que ya conocíamos. Sin embargo, pronto pudimos comprobar que había más diferencias entre ambas. Sin la menor duda, eran dos instantáneas tomadas sucesivamente, en las que las personas retratadas permanecían en la misma posición,  pero mirando en otras direcciones y con gesto ligeramente distinto (a excepción del ministro Ibáñez Martín, quien permanecía casi impertérrito en ambas).
Dejaremos para más adelante los comentarios sobre los cuatro personajes del segundo plano, para centrarnos en la figura de José Antonio. Observemos la fotografía:


























Efectivamente: el brazo derecho de José Antonio está sujeto por un soporte que permite que se mantenga en alto. En realidad, es normal que sea así, porque (ya lo dijo Newton) la gravedad es muy tozuda. 
Nos encanta lo bien retocada que está la foto publicada en ABC. Hubiese sido incómodo ver en la prensa que, hasta el propio José Antonio, precisaba de una ayuda tan poco elegante para saludar a los alumnos del Ramiro.

Retomando el tema, apuntado hace unas líneas, de los cuatro asistentes al acto (aparte, claro está, de fotógrafo –Virgilio Muro–, de quien hablaremos luego), empezaremos por decir quiénes son. A la derecha, el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, quien parece escuchar en esta segunda imagen un comentario de su colega en el Gobierno. Junto a él (y aunque en ningún sitio está confirmado) está el escultor, de aspecto algo mayor de los 58 años que tenía entonces, mirando de reojo al hermano de José Antonio y tratando de disimular una cierta preocupación por lo que parece estar escuchando. El tercero por la derecha es Miguel Primo de Rivera, ministro de Agricultura y hermano menor del protagonista de la escultura, quien, tras observarla en la primera foto (la del ABC) da la impresión de estar, en la segunda, dirigiéndose a Ibáñez Martín. No identificamos al que se encuentra más a la izquierda, si bien nos parece que tiene un aire a Luis Ortiz Muñoz, y no sería raro que el director del instituto en el que iba a colocarse la estatua estuviese presente.

Haciendo uso de una libertad literaria no exenta de buenas dosis de osadía, nos atrevemos a imaginar esta escena teatralizada:

PRIMO DE RIVERA.— (A Ibáñez Martín) Oye, Pepe, no podemos publicar la foto con ese palo sujetando la mano de mi hermano. Queda fatal...

IBÁÑEZ MARTÍN.— (A Primo de Rivera, en voz muy baja) Bueno... ya veremos. Tú no te preocupes, Miguel. (Para sí mismo) Esto no lo aprueba el Caudillo ni harto de vino.

CAPUZ.— (Mirando de reojo a Primo de Rivera, con disimulo. Para sí mismo) Estos energúmenos acaban haciendo un estropicio con mi escultura. Y todavía no me han dicho si puedo fundirla en bronce o tenemos que seguir esperando a no sé qué... Ya decía yo que tenía que haber hecho un busto.

ORTIZ MUÑOZ.— (Levantando la vista hacia el brazo de José Antonio. Para sí mismo) A ver dónde colocamos este trasto... Como lo pongamos al alcance de nuestros alumnos, ese brazo dura menos que un regaliz en la cesta del Pipe. 


El fotógrafo fue Virgilio Muro (1891 - 1967), dibujante, fotógrafo y reportero, nacido en Escalona (Toledo). Estudió pintura y dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1910 empezó a trabajar en ABC como retocador y dibujante, donde permaneció muchos años, llegando a ser director del archivo fotográfico de Prensa Española. En 1960 le fue concedida la Medalla al Mérito en el Trabajo.
Hemos resaltado en negrita 'retocador', detalle de particular relevancia en esta historia.


¿Cuál fue el destino final de la estatua de José Antonio? ¿En qué lugar del Ramiro iba a colocarse?
Seguiremos investigando, pero, teniendo en cuenta la 'ley de silencio' a la que estuvo sometida desde el ya lejano 12 de diciembre de 1942 (tras la ya comentada publicación en el diario ABC del día anterior), no será fácil seguir encontrando pistas fidedignas.

En nuestra modesta opinión, fuera quien fuese (los dos principales sospechosos son Ibáñez Martín y el propio Franco) el responsable de que la estatua no llegase nunca al Ramiro, acertó de lleno con su decisión. Y, con seguridad, no fue sencillo en aquel tiempo. 

martes, 25 de abril de 2017

Otro cuatro de abril

A la velocidad que vuela el tiempo, no es de extrañar que el mes de abril nos haya llegado de improviso, cogiéndonos por sorpresa y sin darnos la oportunidad de comprender que este año no es el pasado.
El día cuatro amaneció brillante, caluroso, soleado, como queriéndonos sugerir que lo sucedido hace doce meses no fue una casualidad meteorológica, sino una señal inequívoca de que no estábamos recordando una fecha cualquiera.

El día del cincuenta aniversario del fallecimiento de don Antonio llovió mucho, más que en todo lo que llevamos de año en 2017. Tengo la absoluta seguridad de que a ninguno de los que estuvimos esa inclemente mañana acompañando a nuestro maestro, se nos borrará ese recuerdo.
(Pinchar aquí para ver el vídeo 'In Memoriam')
Sin embargo, este nuevo cuatro de abril madrileño nos regaló luz y calor. Y, pese a que, como decía William James, la principal función de la memoria es el olvido, yo no podía quitarme de la cabeza (bien es cierto que tampoco quería hacerlo) unos pensamientos que seguían deambulando por los mismos derroteros que lo hacían un año atrás. Así que fui a visitar a don Antonio.


El cementerio de la Almudena estaba desierto. Algo que, por algún extraño motivo, me pareció contradictorio con el casi veraniego calor de la mañana y, sobre todo, con el intenso azul del cielo que protegía a cuantos allí descansaban. Desde luego, era una apreciación un tanto absurda por mi parte, pero era la sensación que, sin una razón lógica que la sustentase, me invadía en ese momento.


La sepultura seguía casi tan blanca e impoluta como había quedado tras su restauración. Yo diría que algo mejor, incluso, al haber empezado a adquirir una tenue pátina que matizaba la piedra de la lápida.
Aquella soledad me gustó, aunque bien es cierto que me hizo pensar mucho.

Sentado junto a la tumba de don Antonio, releí 'El sueño de Escipión' (en español, que mi latín no es ya capaz de superar tal empresa), y lo consideré, una vez más, muy apropiado para servir de colofón a 'La República'.  Dicen que 'El Africano' se aparece en él a su descendiente para revelarle el verdadero lugar de la gloria. Sin duda, don Antonio conocía bien ese lugar, en el que su espíritu ha quedado instalado para siempre.

Transcribo aquí su último párrafo:

"Ejercita tú el alma en lo mejor, y es lo mejor los desvelos por la salvación de la patria, movida y adiestrada por los cuales, el alma volará más velozmente a esta su sede y propia mansión; y lo hará con mayor ligereza, si, encerrada en el cuerpo, se eleva más alto, y, contemplando lo exterior, se abstrae lo más posible del cuerpo. En cambio, las almas de los que se dieron a los placeres corporales haciéndose como servidores de éstos violando el derecho divino y humano por el impulso de los instintos dóciles a los placeres, andarán vagando alrededor de la misma Tierra, cuando se liberen de sus cuerpos, y no podrán regresar a este lugar sino tras muchos siglos de tormento".

El Africano se marchó, y yo me desperté del sueño.

No es nada raro que, mientras lo leía, me diera la impresión de estar escuchando la voz de don Antonio.
Al marcharme, ya cerca del mediodía, dejé una ramita florida de romero sobre su nombre y caminé un buen rato por las calles y cuarteles de esa parte tan bonita del gran cementerio madrileño en el que reposa, bien custodiado por grandes cipreses vigilantes, siempre pendientes de él y atentos a sus órdenes.









Don Antonio se acuerda mucho de todos nosotros. 
Y no me cabe duda de que, verdaderamente, descansa en paz.







sábado, 31 de diciembre de 2016

2016 en imágenes

Este año que se acaba ya, 2016, ha sido pródigo en imágenes para nuestro recuerdo. Algunas son bien conocidas de los seguidores del blog, pero otras solo han sido publicadas en Facebook... o permanecen inéditas, por lo que parece oportuno compartir aquí unas y otras, a la vez que deseamos que 2017 nos traiga muchas ocasiones buenas para disfrutar y pocas (o, mejor, ninguna) como las tristes sufridas este año. ¡Feliz 2017 a todos!



Habíamos terminado 2015 con la pésima noticia del repentino fallecimiento de nuestro compañero Aníbal Jiménez Abascal, sucedido en Madrid mientras disfrutaba de sus vacaciones navideñas en España, y el 22 de febrero asistíamos al funeral celebrado en la iglesia de Santa Cruz.
En febrero y marzo, el Teatro Español programó una obra de nuestro profesor Medardo Fraile, que había sido estrenada en el Ramiro de Maeztu en el año 1949












Tras una pertinaz búsqueda en pos de una buena foto del Discóbolo, tuvimos que conformarnos con esta instantánea obtenida a partir de unas imágenes del NO·DO, aparte, claro está, de la suministrada por Juan Ramón Lozano, en la que aparecía su hermano Pedro, vestido de tuno. En esa fotografía, la escultura de Orduna ya estaba bastante perjudicada y había perdido el disco. En la que aquí publicamos, sin embargo, aparece en todo su esplendor original.





El 4 de abril se cumplían cincuenta años del fallecimiento de don Antonio Magariños. Nuestra promoción tomó la iniciativa de organizar un homenaje en su memoria que tuvo su primer hito en la emocionante ceremonia que celebramos en el cementerio de La Almudena, bajo una intensísima lluvia. 
Se puede ver un resumen aquí.

Esa misma tarde, la iglesia del Espíritu Santo acogió un acto de especial significado en el que, oficiado por Paco Brändle y un compañero de un curso anterior, intervinieron varios alumnos de don Antonio.


En La Almudena




























Paco Brändle se dirige a los asistentes a la misa del Espíritu Santo
El día 18 de mayo, en el salón de actos del Ramiro, nos reunimos muchos compañeros para asistir al homenaje académico que culminó los actos en conmemoración del cincuentenario de don Antonio. Un día en el que quienes tuvimos la suerte de poder asistir nos sentimos especialmente orgullosos de haber sido alumnos de don Antonio Magariños.

Lo que aún no hemos conseguido es que las autoridades académicas ni el propio Instituto coloquen una placa en la plaza principal que reconozca ante las generaciones venideras la inmensa y generosa labor que nuestro profesor realizó para el Ramiro de Maeztu. Somos muchos los que creemos que esa plaza en la que, día a día, le veíamos frente a nosotros antes de subir a clase debería tener su nombre. Nos parece un mínimo gesto en honor de quien lo dio todo, incluida su vida por nosotros y 'su' Instituto. Seguiremos luchando por lograrlo.
















Nuestro compañero Juanjo Molina realizó un viaje a Magariños (Pontevedra) y nos regaló un magnífico reportaje del pueblo gallego que lleva el nombre de don Antonio.
Nos hizo mucha ilusión descubrirlo.
El Café Magariño's se ha convertido ya en centro habitual de reunión de nuestra promoción. Esta foto corresponde a la reunión del 4 de julio. De pie (de izquierda a derecha): Paco González, Mariano Gomá Matilla, Javier Mendoza, Tono Tagle, José María Padrino, Paco Infiesta, Álvaro Martínez-Novillo, Carlos Bustos y Gonzalo López Solana. Sentados: Paco Brändle, Felipe Sáenz, Juan Ramón Lozano y Eduardo Sánchez López.

Autorretrato de Guillermo García Saúco
















                                                 El centenario de don Guillermo García Saúco fue otra de las grandes conmemoraciones del año.
El Museo de Albacete organizó una extensa exposición que incluía un amplio recorrido por su obra, abarcando un buen número de artes plásticas.
Fue estupendo tener la oportunidad de visitarla y, además, asistir a la conferencia que dio nuestro compañero Álvaro Martínez-Novillo sobre sus dibujos, también expuestos en la muestra.






La peor noticia de 2016 fue el repentino fallecimiento de nuestro muy querido compañero Miguel Ángel Torralba. Solo unos días antes había sido su cumpleaños y publicamos en Facebook este recuerdo al que nos contestó muy cariñoso e ilusionado con reunirse con nosotros en un próximo viaje a Madrid (residía en Sanlúcar de Barrameda). 
Una terrible e inesperada desgracia.
De nuevo en el Magariño's. Esta vez, el 12 de diciembre. De pie (de izquierda a derecha): Paco González, Gonzalo López Solana, Javier Mendoza, Marciano Cirujano, Agustín Millán (recuperado para la causa del Ramiro), Miguel Ángel Gómez Villegas, Santos Díaz, Paco Infiesta, Juan Ramón Lozano y Maria Gomá Matilla. Sentados: Santiago Cubillo, Félix González Salcedo, Álvaro Martínez-Novillo, Tono Tagle, José María Padrino y Gerardo Jimena.



Antonio Almagro fue distinguido, a finales del mes de noviembre, por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, lo que nos llenó de orgullo y satisfacción. Sin duda, una excelente manera de cerrar un año tan importante para nuestra promoción.
¡Enhorabuena, Antonio!
Y, más o menos así, llegamos al final de 2016. Un año que ha estado lleno de emociones y recuerdos, con muchas cosas buenas y alguna extraordinariamente mala.
Vamos a terminar con dos dibujos de Guillermo García Saúco que nos sirven de ilustración para lo que todos deseamos: que 2017 sea un año feliz para cuantos seguimos sintiendo nuestro paso por el Ramiro de Maeztu como lo que fue, una parte fundamental de nuestras vidas, de la que seguimos disfrutando varias décadas después. Probablemente porque, como dijo Miguel Ángel Torralba, fuimos, somos y seremos del Ramiro. Es decir, unos privilegiados. Que sigamos juntos en el nuevo año.

Guillermo García Saúco - Pueblo con campanario (acuarela)
Guillermo García Saúco - Dos figuras (apunte a pluma)



martes, 11 de octubre de 2016

En Albacete, con Guillermo García-Saúco

La expedición a la tierra de nuestro querido Sr. Saúco fue memorable.
Una primera intención nos inclinaba a decantarnos por el tren como medio de transporte idóneo para desplazarnos a una ciudad cuya distancia de Madrid (y la existencia del AVE) parecía desaconsejar un viaje de ida y vuelta (esta última nocturna) por carretera. Sin embargo, el hecho de que la conferencia de nuestro compañero Álvaro Martínez-Novillo fuese a una hora demasiado tardía como para permitir el regreso en el último tren que salía para Madrid, junto con la razonable negativa de los responsables del Museo de Albacete a atender a nuestra extemporánea pretensión de que dicha intervención (anunciada, desde hacía tiempo, por todos los medios) sufriera un adelanto sobre lo programado en el último momento, nos convenció de que un viaje en coche no era tan mala opción. Y acertamos. 

La entrada principal del Museo de Albacete















Nuestro pequeño convoy (dos vehículos y seis compañeros desigualmente repartidos en ellos) emprendió camino a mediodía del día 4 de octubre de 2016, festividad de San Francisco de Asís, con el lógico entusiasmo compartido por todos los viajeros de acudir (en representación de muchos más discípulos suyos) a la exposición que el museo de su ciudad natal había organizado con motivo del centenario de don Guillermo García-Saúco.
Álvaro Martínez-Novillo (que no podía faltar ese día en Albacete por motivos obvios), Carlos Bustos, Javier Mendoza, Carlos González Ubieta, Manolo Rincón y Paco González, se pusieron en marcha, dispuestos a hacer un viaje lento, que les permitiese disfrutar del camino y de la compañía, siempre con el homenaje al Sr. Saúco, como idea principal del acontecimiento.

La muy justificada causa de la lentitud del viaje
Una extensa parada en un muy recomendable y veterano mesón de carretera, próximo a las ruinas de Segóbriga (unida, es cierto, a un inesperado recorrido turístico por las afueras de Albacete, que se repetiría en las sombras de la noche a la salida), fomentó con su poderoso atractivo culinario la idea original de realizar la marcha sin prisa, hasta el punto de casi poner en situación de riesgo la llegada al punto de destino dentro del horario previsto. Hay que reconocer, en descargo de los seis asistentes, que la excelente comida manchega que se sirvió en el restaurante 'Las Termas de Segóbriga' de Saelices (en la que, por fortuna, estuvo ausente el clásico atascaburras, con el que tan frecuentemente suele amenazarnos Félix González Salcedo), lo justificaba. 

Carlos Bustos y Javier Mendoza, con el Sr. Saúco
Además, la pericia al volante de Álvaro y Javier, ambos avezados y hábiles conductores, permitieron recuperar el tiempo transcurrido junto a los nobles restos de la ciudad romana, sin faltar a una sola de las normas del Código de Circulación, a cualquier otra consigna de la Dirección General de Tráfico e, incluso, a las recomendaciones del Real Automóvil Club de España.

El Museo de Albacete es un lugar que, en verdad, merece una visita. Incluso sin la exposición de García-Saúco (que, por cierto, permanecerá abierta hasta el día 13 de noviembre), teniendo especial interés las salas dedicadas al arte ibérico (algunas de sus piezas son magníficas) y las de Benjamín Palencia, pero hoy nos concentraremos en las ciento treinta obras de nuestro profesor.

La muestra está dividida en cinco secciones, todas ellas muy atractivas, que describimos a continuación, una a una.



Los comienzos (1916-1942)
Guillermo García-Saúco pasa sus primeros años en su ciudad natal, Albacete. Ya desde muy joven empiezan a despuntar sus aptitudes para la pintura, conservándose algunos retratos de esa época juvenil, interrumpida por la guerra y su posterior (segundo) servicio militar en Barcelona y Marruecos. Hay un interesantísimo cuaderno de apuntes de su estancia en África.










                                    Su prima, Magdalena Castelló


Formación académica (1943-1949)
En 1943 se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde cursa estudios de pintura. 
Fue, como otros pintores de su tiempo, copista del Museo del Prado. Un período academicista en el que va desarrollando su formación artística y del que podemos ver en la exposición dibujos, bodegones, paisajes y retratos. Entre estos últimos destaca el autorretrato con el que comienza la muestra y que se ha utilizado en los carteles como imagen de la misma. Un Saúco joven, aún desconocido en la vida real por sus futuros alumnos, pero en cuyo rostro vemos ya los rasgos inequívocos de nuestro profesor.


Catedral y tejados de Albacete





















                                                Autorretrato en escayola











































Dos bonitas acuarelas romanas


Plenitud (1950-1960)
Son los años de su primer paso por el Ramiro y su posterior destino en Ávila, en cuyo instituto ejerció como profesor de dibujo. Una ciudad que tuvo una enorme influencia en su trabajo como pintor. En este tiempo conoció a Benjamín Palencia y el estilo de ambos tiene un cierto aire común en algunas de sus obras, que ganan en la brillantez de su colorido, prestando atención con frecuencia a temas rurales de gran personalidad, que se nos presentan tanto en los dibujos de sus cuadernos como en óleos y acuarelas de trazos más sueltos y pinceladas grandes.
En 1954, Guillermo García-Saúco ganó un premio de pintura en la Bienal Hispanoamericana de Arte de La Habana con su cuadro 'Tierras'.


'Tierras', obra premiada en la II Bienal Hispanoamericana (1954)




Ávila dejó una profunda huella en el arte de García-Saúco










Un campesino, cuyo colorido nos recuerda a su colega Benjamín Palencia











































Alarcón (apunte) 



Transición (1961-1984)
Vaso con flores (detalle)
Es cuando toma posesión de la cátedra de Dibujo en el Ramiro, en la que permaneció hasta su jubilación. 
Nuestras memorias son de sus primeros años en el Instituto y creo no equivocarme si digo que la mayoría de quienes fuimos sus alumnos le recordamos con gran cariño, respeto y simpatía, tanto por su calidad humana como por sus dotes académicas y buena preparación para la docencia. No son pocos los compañeros que empezaron a disfrutar del dibujo y hasta a orientar sus futuros estudios gracias a su dedicación, buen juicio y mejor aproximación a las necesidades y aptitudes de sus alumnos.

Parece que son unos años en los que la dedicación a la docencia le apartan un poco de su carrera como pintor, aunque sigue trabajando y mantiene su estilo colorista de la etapa anterior y su devoción por el dibujo.





Últimos años (1985-2005)
Ya jubilado, su pintura va evolucionando del expresionismo de sus años de plenitud hacia lienzos con paisajes más suaves, tratados con colores menos llamativos. Pese a ello, seguimos apreciando esa composición y tratamiento de los paisajes con una técnica parecida, siendo lo más notable la diferencia cromática.
Al parecer, dejó de pintar en el año 2000, abordando en esta última etapa otros temas más dramáticos y escenas urbanas, algunas de ellas tomadas de la realidad observada y otras de fotografías con personajes. Tampoco faltan los retratos, que sigue realizando con la misma maestría de siempre.






















Retrato de Giner de los Ríos




























































La exposición, muy amplia, es verdaderamente atractiva, con independencia del valor añadido que tiene para todos los que hemos sido sus discípulos, por supuesto. Sería estupendo que fuese posible organizar una en Madrid, aunque no fuese tan amplia. Lo intentaremos.


Álvaro Martínez-Novillo y 'Tierras'




El broche final fue la conferencia de Álvaro, de la que reproduzco solo una mínima parte para no perjudicar el contenido del catálogo, que aún no ha sido publicado y esperamos ansiosos. Cuando esté publicado, la incluiremos entera.
Nuestro compañero habló de 'Los dibujos de nuestro maestro', haciendo un muy interesante recorrido por los de sus cuadernos, de los que copio algunos más abajo, junto a las palabras que Álvaro Martínez-Novillo dedicó a uno de los más llamativos, el realizado por el Sr. Saúco en
1953, en Puerto del Pino:

...
Con la excepción de un interesante cuaderno dedicado al pequeño pueblo de Puerto del Pino, en la serranía sur de Albacete, en 1953, el resto de sus ellos está sin fechar y con escasas referencias al lugar o personaje que retrata. Además muchos generalmente no corresponden a una misma época, sino que va aprovechando las hojas en blanco de los cuadernos en diversos momentos, algo bastante frecuente entre casi todos los artistas que evitan dar excesiva importancia a sus apuntes, a los que consideran solo como los primeros y titubeantes pasos de su trabajo. Volviendo al cuaderno citado de Puerto del Pino hay que resaltar que es todo él, aparte de su belleza, un testimonio inigualable de la cotidianeidad de sus habitantes de entonces. Además la mayoría de sus dibujos a tinta china suele llevar el nombre del retratado, sea chico o adulto –Aurelia, Paco, Isidoro, Delfín, Clara con su gato–. También hay una vista de una casa del pueblo, que tiene mucho encanto. Este cuaderno es un conjunto completo, susceptible de ser editado facsímil, a poder ser con una sumaria información sobre el devenir de sus retratados, cuando todavía es posible que se guarde memoria de ellos. A pesar de ser un tema muy en la órbita de Benjamín Palencia, creemos que tiene la suficiente personalidad para divulgarse y solo nos queda la incógnita de saber si García-Saúco fue aquel lugar por azar o por otro motivo.
...
Tras escuchar a Álvaro y ver el cuaderno, no me queda la menor duda de que, en algún momento no muy lejano, emprenderemos una expedición a Puerto del Pino, en busca de los descendientes de los modelos del Sr. Saúco y de la memoria de su paso por aquel pequeño pueblo de su tierra.




















Para terminar, me gustaría apuntar un detalle al que, con el conocimiento que le caracteriza, hizo referencia Manolo Rincón, con respecto a la ortografía del apellido Saúco.
Manolo nos recordó que nuestro profesor nunca ponía tilde en la firma (tal como se observa en los diversos documentos que se conservan en el Instituto). Tampoco vemos tilde en la firma de sus cuadros. 



Sin embargo, consultado su sobrino (y comisario de la exposición), Luis Guillermo García-Saúco, quien nos acompañó junto a los responsables del museo, en la visita a las obras de su tío, el apellido debe escribirse con tilde y así figura en toda la documentación referente a la exposición, incluidos carteles, invitaciones y es de suponer que en el catálogo. 
Parece una osadía discutir sobre este tema con quien fue su sobrino predilecto y gran conservador de una buena parte de su producción artística, pero yo me aventuro a compartir la opinión de nuestro experto compañero, quien pocas veces (por no decir ninguna) se equivoca en temas relacionados con la historia del Ramiro y sus profesores. Pese a ello, hemos procedido a escribir el apellido Saúco con tilde, con el fin de estar en sintonía con el material que el Museo de Albacete ha confeccionado para esta magnífica exposición.

En resumen, un viaje de los que no se olvidan, en el que tuvimos la oportunidad de conocer en todo detalle, gracias a esta brillante iniciativa del Museo de Albacete y al gran trabajo de Luis Guillermo García-Saúco, la trayectoria artística de quien, además de ser nuestro inolvidable catedrático, profesor y maestro, fue un excelente pintor, ahora rescatado con esta exposición para el conocimiento de las generaciones futuras.
Haced todo lo posible por verla. Os gustará mucho.















Paco González y el autorretrato de Guillermo García-Saúco (1943)