martes, 11 de octubre de 2016

En Albacete, con Guillermo García-Saúco

La expedición a la tierra de nuestro querido Sr. Saúco fue memorable.
Una primera intención nos inclinaba a decantarnos por el tren como medio de transporte idóneo para desplazarnos a una ciudad cuya distancia de Madrid (y la existencia del AVE) parecía desaconsejar un viaje de ida y vuelta (esta última nocturna) por carretera. Sin embargo, el hecho de que la conferencia de nuestro compañero Álvaro Martínez-Novillo fuese a una hora demasiado tardía como para permitir el regreso en el último tren que salía para Madrid, junto con la razonable negativa de los responsables del Museo de Albacete a atender a nuestra extemporánea pretensión de que dicha intervención (anunciada, desde hacía tiempo, por todos los medios) sufriera un adelanto sobre lo programado en el último momento, nos convenció de que un viaje en coche no era tan mala opción. Y acertamos. 

La entrada principal del Museo de Albacete















Nuestro pequeño convoy (dos vehículos y seis compañeros desigualmente repartidos en ellos) emprendió camino a mediodía del día 4 de octubre de 2016, festividad de San Francisco de Asís, con el lógico entusiasmo compartido por todos los viajeros de acudir (en representación de muchos más discípulos suyos) a la exposición que el museo de su ciudad natal había organizado con motivo del centenario de don Guillermo García-Saúco.
Álvaro Martínez-Novillo (que no podía faltar ese día en Albacete por motivos obvios), Carlos Bustos, Javier Mendoza, Carlos González Ubieta, Manolo Rincón y Paco González, se pusieron en marcha, dispuestos a hacer un viaje lento, que les permitiese disfrutar del camino y de la compañía, siempre con el homenaje al Sr. Saúco, como idea principal del acontecimiento.

La muy justificada causa de la lentitud del viaje
Una extensa parada en un muy recomendable y veterano mesón de carretera, próximo a las ruinas de Segóbriga (unida, es cierto, a un inesperado recorrido turístico por las afueras de Albacete, que se repetiría en las sombras de la noche a la salida), fomentó con su poderoso atractivo culinario la idea original de realizar la marcha sin prisa, hasta el punto de casi poner en situación de riesgo la llegada al punto de destino dentro del horario previsto. Hay que reconocer, en descargo de los seis asistentes, que la excelente comida manchega que se sirvió en el restaurante 'Las Termas de Segóbriga' de Saelices (en la que, por fortuna, estuvo ausente el clásico atascaburras, con el que tan frecuentemente suele amenazarnos Félix González Salcedo), lo justificaba. 

Carlos Bustos y Javier Mendoza, con el Sr. Saúco
Además, la pericia al volante de Álvaro y Javier, ambos avezados y hábiles conductores, permitieron recuperar el tiempo transcurrido junto a los nobles restos de la ciudad romana, sin faltar a una sola de las normas del Código de Circulación, a cualquier otra consigna de la Dirección General de Tráfico e, incluso, a las recomendaciones del Real Automóvil Club de España.

El Museo de Albacete es un lugar que, en verdad, merece una visita. Incluso sin la exposición de García-Saúco (que, por cierto, permanecerá abierta hasta el día 13 de noviembre), teniendo especial interés las salas dedicadas al arte ibérico (algunas de sus piezas son magníficas) y las de Benjamín Palencia, pero hoy nos concentraremos en las ciento treinta obras de nuestro profesor.

La muestra está dividida en cinco secciones, todas ellas muy atractivas, que describimos a continuación, una a una.



Los comienzos (1916-1942)
Guillermo García-Saúco pasa sus primeros años en su ciudad natal, Albacete. Ya desde muy joven empiezan a despuntar sus aptitudes para la pintura, conservándose algunos retratos de esa época juvenil, interrumpida por la guerra y su posterior (segundo) servicio militar en Barcelona y Marruecos. Hay un interesantísimo cuaderno de apuntes de su estancia en África.










                                    Su prima, Magdalena Castelló


Formación académica (1943-1949)
En 1943 se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde cursa estudios de pintura. 
Fue, como otros pintores de su tiempo, copista del Museo del Prado. Un período academicista en el que va desarrollando su formación artística y del que podemos ver en la exposición dibujos, bodegones, paisajes y retratos. Entre estos últimos destaca el autorretrato con el que comienza la muestra y que se ha utilizado en los carteles como imagen de la misma. Un Saúco joven, aún desconocido en la vida real por sus futuros alumnos, pero en cuyo rostro vemos ya los rasgos inequívocos de nuestro profesor.


Catedral y tejados de Albacete





















                                                Autorretrato en escayola











































Dos bonitas acuarelas romanas


Plenitud (1950-1960)
Son los años de su primer paso por el Ramiro y su posterior destino en Ávila, en cuyo instituto ejerció como profesor de dibujo. Una ciudad que tuvo una enorme influencia en su trabajo como pintor. En este tiempo conoció a Benjamín Palencia y el estilo de ambos tiene un cierto aire común en algunas de sus obras, que ganan en la brillantez de su colorido, prestando atención con frecuencia a temas rurales de gran personalidad, que se nos presentan tanto en los dibujos de sus cuadernos como en óleos y acuarelas de trazos más sueltos y pinceladas grandes.
En 1954, Guillermo García-Saúco ganó un premio de pintura en la Bienal Hispanoamericana de Arte de La Habana con su cuadro 'Tierras'.


'Tierras', obra premiada en la II Bienal Hispanoamericana (1954)




Ávila dejó una profunda huella en el arte de García-Saúco










Un campesino, cuyo colorido nos recuerda a su colega Benjamín Palencia











































Alarcón (apunte) 



Transición (1961-1984)
Vaso con flores (detalle)
Es cuando toma posesión de la cátedra de Dibujo en el Ramiro, en la que permaneció hasta su jubilación. 
Nuestras memorias son de sus primeros años en el Instituto y creo no equivocarme si digo que la mayoría de quienes fuimos sus alumnos le recordamos con gran cariño, respeto y simpatía, tanto por su calidad humana como por sus dotes académicas y buena preparación para la docencia. No son pocos los compañeros que empezaron a disfrutar del dibujo y hasta a orientar sus futuros estudios gracias a su dedicación, buen juicio y mejor aproximación a las necesidades y aptitudes de sus alumnos.

Parece que son unos años en los que la dedicación a la docencia le apartan un poco de su carrera como pintor, aunque sigue trabajando y mantiene su estilo colorista de la etapa anterior y su devoción por el dibujo.





Últimos años (1985-2005)
Ya jubilado, su pintura va evolucionando del expresionismo de sus años de plenitud hacia lienzos con paisajes más suaves, tratados con colores menos llamativos. Pese a ello, seguimos apreciando esa composición y tratamiento de los paisajes con una técnica parecida, siendo lo más notable la diferencia cromática.
Al parecer, dejó de pintar en el año 2000, abordando en esta última etapa otros temas más dramáticos y escenas urbanas, algunas de ellas tomadas de la realidad observada y otras de fotografías con personajes. Tampoco faltan los retratos, que sigue realizando con la misma maestría de siempre.






















Retrato de Giner de los Ríos




























































La exposición, muy amplia, es verdaderamente atractiva, con independencia del valor añadido que tiene para todos los que hemos sido sus discípulos, por supuesto. Sería estupendo que fuese posible organizar una en Madrid, aunque no fuese tan amplia. Lo intentaremos.


Álvaro Martínez-Novillo y 'Tierras'




El broche final fue la conferencia de Álvaro, de la que reproduzco solo una mínima parte para no perjudicar el contenido del catálogo, que aún no ha sido publicado y esperamos ansiosos. Cuando esté publicado, la incluiremos entera.
Nuestro compañero habló de 'Los dibujos de nuestro maestro', haciendo un muy interesante recorrido por los de sus cuadernos, de los que copio algunos más abajo, junto a las palabras que Álvaro Martínez-Novillo dedicó a uno de los más llamativos, el realizado por el Sr. Saúco en
1953, en Puerto del Pino:

...
Con la excepción de un interesante cuaderno dedicado al pequeño pueblo de Puerto del Pino, en la serranía sur de Albacete, en 1953, el resto de sus ellos está sin fechar y con escasas referencias al lugar o personaje que retrata. Además muchos generalmente no corresponden a una misma época, sino que va aprovechando las hojas en blanco de los cuadernos en diversos momentos, algo bastante frecuente entre casi todos los artistas que evitan dar excesiva importancia a sus apuntes, a los que consideran solo como los primeros y titubeantes pasos de su trabajo. Volviendo al cuaderno citado de Puerto del Pino hay que resaltar que es todo él, aparte de su belleza, un testimonio inigualable de la cotidianeidad de sus habitantes de entonces. Además la mayoría de sus dibujos a tinta china suele llevar el nombre del retratado, sea chico o adulto –Aurelia, Paco, Isidoro, Delfín, Clara con su gato–. También hay una vista de una casa del pueblo, que tiene mucho encanto. Este cuaderno es un conjunto completo, susceptible de ser editado facsímil, a poder ser con una sumaria información sobre el devenir de sus retratados, cuando todavía es posible que se guarde memoria de ellos. A pesar de ser un tema muy en la órbita de Benjamín Palencia, creemos que tiene la suficiente personalidad para divulgarse y solo nos queda la incógnita de saber si García-Saúco fue aquel lugar por azar o por otro motivo.
...
Tras escuchar a Álvaro y ver el cuaderno, no me queda la menor duda de que, en algún momento no muy lejano, emprenderemos una expedición a Puerto del Pino, en busca de los descendientes de los modelos del Sr. Saúco y de la memoria de su paso por aquel pequeño pueblo de su tierra.




















Para terminar, me gustaría apuntar un detalle al que, con el conocimiento que le caracteriza, hizo referencia Manolo Rincón, con respecto a la ortografía del apellido Saúco.
Manolo nos recordó que nuestro profesor nunca ponía tilde en la firma (tal como se observa en los diversos documentos que se conservan en el Instituto). Tampoco vemos tilde en la firma de sus cuadros. 



Sin embargo, consultado su sobrino (y comisario de la exposición), Luis Guillermo García-Saúco, quien nos acompañó junto a los responsables del museo, en la visita a las obras de su tío, el apellido debe escribirse con tilde y así figura en toda la documentación referente a la exposición, incluidos carteles, invitaciones y es de suponer que en el catálogo. 
Parece una osadía discutir sobre este tema con quien fue su sobrino predilecto y gran conservador de una buena parte de su producción artística, pero yo me aventuro a compartir la opinión de nuestro experto compañero, quien pocas veces (por no decir ninguna) se equivoca en temas relacionados con la historia del Ramiro y sus profesores. Pese a ello, hemos procedido a escribir el apellido Saúco con tilde, con el fin de estar en sintonía con el material que el Museo de Albacete ha confeccionado para esta magnífica exposición.

En resumen, un viaje de los que no se olvidan, en el que tuvimos la oportunidad de conocer en todo detalle, gracias a esta brillante iniciativa del Museo de Albacete y al gran trabajo de Luis Guillermo García-Saúco, la trayectoria artística de quien, además de ser nuestro inolvidable catedrático, profesor y maestro, fue un excelente pintor, ahora rescatado con esta exposición para el conocimiento de las generaciones futuras.
Haced todo lo posible por verla. Os gustará mucho.















Paco González y el autorretrato de Guillermo García-Saúco (1943)


3 comentarios:

  1. Muchas gracias Paco por esta magnifica crónica de la exposición de nuestro querido profesor de dibujo el Sr.Saúco, voy a procurar ir a Albacete a verla porque recuerdo muy bien a este bondadoso y gran profesor que tuve la suerte de que me diera clase de dibujo en los años 1963 y 1964, y no se si en alguno más. Lo que si se y eso siempre lo llevare en mi corazón es que él tuvo mucho que ver con mi vocación de arquitecto. Yo no me tenia por un buen dibujante y fue él con sus enseñanzas y sus ánimos el que empezó a sacar de mí el dibujante que había dentro con mis 12 o 13 años y desde allí a la arquitectura en la que aún sigo. Pero siempre procuro viajar con un pequeño bloc de apuntes para hacer lo que él me enseñó: Dibujar del natural lo que veo a mi alrededor.
    Descanse en paz este gran profesor, dibujante y pintor, pero sobre todo excelente persona.
    Sigo mucho todo lo que se publica del Ramiro,esa gran Casa en la que me siento orgulloso de haber estudiado el Bachillerato y Preu entre 1961 y 1968 (toda mi vida lo he puesto en mi CV porque lo considero un honor)
    Repito Paco mi agradecimiento por todo lo que haces por los nostálgicos como yo que ya peinamos muchas canas. Un abrazo
    Miguel Ángel Álvarez Pérez

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  2. Deliciosa crónica por un minucioso y sensible cronista. Bravo Paco González. Sin duda un imperdonable despiste por mi parte no haber estado más atento y haberos acompañado en tan excepcional y agradable visita. En su taller de dibujo de los sábados en el Instituto Ramiro de Maeztu, 1974-75, Guillermo García-Saúco me dijo: "dibujas bien, preséntate al examen de ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, no con intención de ingresar sino para vivir la experiencia, vale la pena". A pesar de mi mero objetivo experiencial, casi para mi sorpresa ingresé en primera convocatoria. El profesor Saúco había acertado con fina intuición. Aquello determinó la encrucijada de mi vida con 16 años de edad, y mi destino. En retrospectiva aprecio más que un profesor observase a sus alumnos, valorase sus facultades y orientase su carrera, eso es ser un buen maestro. Por eso la educación es tan importante, y la docencia debe ser tan valorada, porque determina el destino de las personas y con ello el de las sociedades.

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  3. Gracias, Paco, por este magnífico artículo dedicado a un gran profesor y una gran persona.

    Juan R. Lozano

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