martes, 26 de mayo de 2015

Granada y el Sacromonte

La excursión a Granada era un viaje obligado en Sexto. Tras la de Salamanca de Quinto (primera en la que se dormía en la ciudad de destino) y previa a la que haríamos a Italia (o sus alternativas) en Preu, era, tradicionalmente, uno de los grandes hitos viajeros del Ramiro.
Tenemos muchas fotos de Granada, aportadas por varios compañeros, pero, en esta ocasión, queremos centrarnos solo en unas cuantas, con el objetivo fundamental de identificar a cuantos aparecen en las imágenes.
Intercalaremos alguna con los presentes bien reconocibles, para no hacerlo tan difícil, pero la colaboración de todos será bienvenida para completar la ronda de reconocimiento.

Empezaremos por dos fotos aportadas por José María Pombo.
La primera de ellas está numerada, lo que ha facilitado el trabajo a los colaboradores espontáneos que buscábamos para completar los nombres que nos adelantó Luis Bartolomé.

Damos las gracias a Félix González Salcedo, Juan Ramón Lozano, José Manuel García, José Luis Cabrero y Javier Benítez por completar (y corregir) la lista de nombres, que ahora publicamos completa:
1: Brändle. 2: Jiménez Abascal. 3: Pinto. 4: González Esteban. 5: Martín Escanciano. 6: Benítez. 7: Marciano Cirujano. 8: Pastor Gana. 9: García Rivas. 10: García Macarrón. 11: García-Atance. 12: Pombo. 13: Ordozgoiti. 14: Díaz-Varela.                    

La segunda imagen, también de Pombo, parece de Despeñaperros y en ella solo nos falta un compañero por reconocer: el sonriente X que está entre García Rivas y Contreras.


Detrás (de izquierda a derecha): Pombo, Pinto, Ordozgoiti, García Macarrón, Sequeira y Benítez.
Abajo (de izquierda a derecha): García Rivas, X y Contreras.



También de Despeñaperros es la que adjuntamos, autografiada (que nos envió Rafael Armero), y en la que aparecen el propio Armero, Agüero y Luis Bartolomé, cuyas firmas atestiguan (no hacía falta, porque están bien reconocibles) sus identidades de forma fehaciente.

No podía faltar en este breve apunte granadino una instantánea de las cuevas del Sacromonte, en la que, gracias a Juan Ramón Lozano, tenemos a casi todos bien localizados. 
De izquierda a derecha: X, Martín Martín, Junquera, Cruz, García Beiras, X (semioculto), Núñez Burranchón, Pesquera, González de Ubieta, Brañas y Roig.
La fotografía, facilitada por Carlos González de Ubieta, es una prueba irrefutable de su condición de playboy impenitente. Jorge Roig, por su parte, deja en evidencia que trasnochar tantas noches seguidas acaba pasando factura...




Y, para completar la galería fotográfica, dos fotos muy especiales, ambas proporcionadas por Joaquín Jalvo. 
La primera es un documento excepcional, ya que está tomada en el interior del autocar y nos muestra una perspectiva poco frecuente en estas fotografías de excursiones. Vemos, en primer término, a un serio Antonio Almagro y a un sonriente D. Fidel García Cuéllar, acompañado por un profesor que podría ser García Aller (sin confirmar). 
También reconocemos en la foto a Losada, Pichel, Rodríguez Gran, López Beltrán, García Hoz, Jalvo y, asomando por detrás, a Infiesta.


La última (realizada con disparador automático) tiene a sus dos personajes perfectamente identificados: Joaquín Jalvo y Manolo Vega, en su habitación del hotel de Granada que (para que no se diga que en el Ramiro nos llevaban a pensiones de mala muerte) disponía de teléfono y jarra de agua.



Ahora, esperamos los oportunos comentarios y aportaciones, que nos permitan completar la nómina de cuantos aparecen en estas históricas fotografías del año 1964.

martes, 19 de mayo de 2015

Formación del Espíritu Nacional


No parece discutible que esta asignatura tenía un objetivo bien explícito y que no debía ser otro que la adquisición de aquellos valores que se identificaban con los principios de una España, cuyo régimen político era un tanto peculiar para un país europeo que afrontaba la segunda mitad del siglo XX, junto a unos nuevos aliados económicos, democráticamente organizados, pero coincidentes con España en su animadversión hacia el comunismo.

Teniendo esta realidad en cuenta, no sé si los libros de texto que utilizábamos en esta poco exigente asignatura (no recuerdo a nadie que la haya suspendido nunca) eran los más apropiados para conseguir convencernos de las excelencias del sistema.
Viéndolos con la perspectiva del tiempo, no parece que 'Vela y Ancla' o 'Luiso' fuesen severos doctrinarios políticos como los que, supongo, se debieron utilizar en los años previos a nuestro paso por  el bachillerato. Aunque no descarto que mi recuerdo sea débil y, en realidad, su contenido fuese mucho más profundo de lo que en la memoria ha quedado.
Tampoco tengo nítida la imagen de quienes fueron nuestros profesores en esta asignatura, verdadera maría académica en la que nunca llegué a ver el menor grado de exigencia en el Ramiro, en aparente contradicción con la estatua que presidía nuestra plaza principal. Apellidos como Giraldo, Cubero y Sánchez Moreno quedan, sí, unidos a esta Formación del Espíritu Nacional en la que no destaqué por mi aplicación, debo reconocerlo.

Los tres libros que aquí publicamos (procedentes de la ya comentada 'Colección Lozano'), corresponden a los dos cursos del bachillerato superior y tienen aspecto y contenido más serios y, sobre todo, unos autores de reconocida categoría. 

Uno es de 5º curso, 'El hombre y la sociedad', de Torcuato Fernández Miranda, figura clave de la transición, presidente interino del Gobierno en 1973 y profesor de Derecho Político de Juan Carlos I.

Los otros dos son de 6º, 'Política social', de Efrén Borrajo, catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense; y 'Política económica', de Enrique Fuentes Quintana y Juan Velarde Fuertes, ministro de economía y vicepresidente del Gobierno con Suárez el primero, y exalumno del Ramiro y consejero del Tribunal de Cuentas, el segundo. Ambos obtuvieron en Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.

Tres libros que, trascienden, gracias al nivel de sus autores, el teórico fin de una asignatura que desaparecería, definitivamente, de los planes de estudios en 1970 y cuyo contenido es mucho más interesante de lo que nosotros mismos dimos por hecho en aquellos años de instituto.

Política económica (interior 1)














Política económica (interior 2)
Política económica (interior 3)

viernes, 15 de mayo de 2015

El Diario de Clase

El documento escolar por excelencia en el Ramiro fue siempre el Diario de Clase. Tanto lo fue que otros, teóricamente más importantes (como el Libro de Calificación Escolar), no solo pasaron a un segundo plano, sino que apenas los recordamos.
Por el contrario, el Diario de Clase, con su color gris inconfundible en el exterior y esa combinación de cartulina amarillenta y papel blanco, en su interior, fue nuestro compañero más inseparable durante los años de instituto.
Me gustaría saber quién fue su inventor. Probablemente lo sepan Manolo Rincón y Rosa Muro, grandes estudiosos de la historia del Ramiro, que están llevando a cabo una extraordinaria labor de investigación y búsqueda de documentos antiguos. Se lo preguntaremos.

Diario de Clase 1º A (Lozano)

En cualquier caso, el Diario de Clase era eficaz e ingenioso, aunque para nosotros, sufridos alumnos, fue causa de más de un disgusto.
Todos recordamos su formato horizontal pero, como bien apunta Juan Ramón Lozano, eso fue a partir de segundo curso, ya que en primero tuvimos, aún, el de formato vertical que, supongo, era el modelo anterior.

Diario de Clase 1º A y Libro de Calificación Escolar (Lozano)
Otro compañero, José Luis Cabrero, resalta otra diferencia entre ambos, aparte del formato, ya que el interior de la contraportada del vertical incluía las mismas recomendaciones para los alumnos que se recogían en el carnet, desaparecidas luego, en los nuevos diarios horizontales. Aquí podemos verlas:

Diario de Clase 1º D (Cabrero)
En él quedaba todo recogido, sin necesidad de más documentos: la identificación del alumno, la firma del padre (luego volveremos sobre este punto), el horario de clases, los nombres de los profesores, las notas mensuales, las calificaciones diarias (con sus eventuales observaciones), las advertencias...






Pero lo más extraordinario, en mi opinión, es lo que, entonces, nos pasaba un tanto inadvertido (probablemente, muchos de nosotros ni siquiera llegamos a leer esa parte). Me refiero a las 'Indicaciones', escritas en los interiores de portada y contraportada.
Dos de ellas llaman, en especial, mi atención. La primera es el hecho de que era el padre (y solo el padre) quien debía firmar las notas (y hacerse cargo del Diario - en el texto lo llaman 'libreta' -, recogiéndolo en la Secretaría del Instituto). Es evidente que el papel que la sociedad reservaba a las madres era muy distinto al que hoy desempeñan, incluso al que asumieron durante nuestra propia generación, que fue en la que se produjo el cambio más significativo en el rol de las madres. Yo no lo veía así en aquel tiempo (mi madre era la intelectual y emprendedora de la familia), pero el hecho es que también en mi caso fue mi padre el que siempre firmó en la 'libreta', si bien yo imaginaba que el motivo era su reconocida buena caligrafía, mientras que mi madre escribía con una casi ilegible letra de médico, de esas que solo saben descifrar los buenos farmacéuticos.





La segunda 'indicación' que me resulta curiosa es la severa advertencia que hacían a los padres (aquí hablaban en plural, si bien nunca sabremos si referían al colectivo de padres masculinos o a los dos progenitores de un mismo alumno), amenazándoles con 'sanciones económicas y disciplinarias' (es de suponer, aunque no lo especifica el texto, que las económicas eran para los padres y las disciplinarias para nosotros) en caso de omisión o pérdida del Diario de Clase, recordándoles, además, que su desinterés (el de nuestros padres) podía causar nuestra 'baja parcial o definitiva en la vida del Centro'.




Y así, tras recordar que habría un cuidado especial en las faltas de asistencia (incluso en las justificadas), terminaban estas consignas y recomendaciones, exhortando al alumno a que hiciera de las notas reflejadas en su Diario de Clase causa de estímulo para su superación o enmienda académica.




Desde un punto de vista gráfico, el diseño de este documento (cosido con dos grapas en el lomo) me fascina, tanto por su formato como por su tipografía, color y materiales utilizados en su edición. 
Otro detalle curioso (al menos en los que yo he conservado) es que (tanto en la hoja de las notas diarias como en las calificaciones mensuales) los únicos idiomas previstos eran alemán o inglés, sin opción para el francés.
En mis 'libretas' no figura pie de imprenta alguno que pueda identificar al taller de artes gráficas en el que se imprimían.
A continuación, reproducimos varios ejemplos de horarios, de diferentes cursos y compañeros, seguidos, para terminar, de la contraportada del Diario de Clase.

Horario 2º B (Hernanz)























Horario 3º C (Merino)


Horario 6º D (Lozano)

miércoles, 13 de mayo de 2015

Algunos profesores

Todos nosotros recordamos a la mayoría de nuestros profesores, aunque es probable que no seamos capaces de identificar su imagen en todos los casos, en especial, a los más antiguos.
Nunca está de más, por tanto, hacer un esfuerzo colectivo para que el reconocimiento de su imagen sirva, también, de agradecimiento hacia ellos por lo que nos dieron, con ilusión, sabiduría y cariño.














Ya sabemos que, como es normal, cada alumno guarda un recuerdo particular de sus profesores y maestros (no, necesariamente, coincidente con el de los demás compañeros), pero el paso del tiempo sirve para limar las posibles asperezas que se hubieran podido producir en su momento y dejar a salvo en la memoria todo lo bueno (que fue muchísimo).






No somos pocos los que (reconociendo que algunos fueron mejores en algún aspecto) no queremos hacer distinciones entre ellos y preferimos mantener un aprecio y una gratitud generales hacia el colectivo, al margen de las virtudes académicas de los más cualificados o de aquellas, más humanas, en las que otros se distinguieron.





Por ello, publicamos unas cuantas fotos de profesores y maestros, sin nombres, invitando a todos a que participéis con vuestros comentarios, recordando quiénes eran y el legado que nos dejaron, presente, de forma consciente o no, a lo largo de nuestras vidas.













A cuantos aparecen en estas fotografías, y a todos los demás, nuestra eterna gratitud.

lunes, 11 de mayo de 2015

Pisa

El día 5 de abril llegamos a Pisa. Supongo que a última hora de la tarde, ya que habíamos comido en la famosa Pensione Rampone de Génova y la distancia entre ambas ciudades es de unos 170 kilómetros (por una excelente autopista, eso sí).
En Pisa nos quedamos una noche, alojados en el Hotel Roma, que aún sigue abierto en la via Bonanno, si bien dudo que en 1965 fuera un 'tres estrellas' tan bien cuidado. Dicen que tiene buenas vistas y en su página web publican una foto en la que nos muestran que desde alguna de sus habitaciones se ven los grandes monumentos de la Piazza dei Miracoli, pero yo no lo recuerdo.
La mañana siguiente, tras el habitual desayuno en el hotel, la dedicamos a visitar la catedral, con su baptisterio y, por supuesto, su celebérrima torre.

Vista desde el Hotel Roma de Pisa
No cabe duda de que, si bien es cierto que la catedral nos gustó, fue el campanile el que centró nuestro mayor interés, por lo que la foto que ha pasado a la posteridad de nuestra promoción es, precisamente, la que allí nos tomaron y que publicamos con los nombres de quienes allí tuvimos la gran suerte de posar aquella ya lejana mañana.
Nos hemos atrevido a publicar una lista completa de nombres (la mayoría identificados por Luis Bartolomé), entre los que es muy posible que exista algún error. Si procede alguna rectificación, os rogamos que nos advirtáis de ella. 
Tras la visita, emprendimos viaje a Roma, ya que, según el programa que obra en mi poder, ese mismo día (el martes 6), llegamos a comer a la ya mencionada Pensione Antares. Dado que la distancia entre Pisa y Roma es considerable y que las horas de comida en Italia son más razonables que las españolas, no debimos salir muy tarde de Pisa.

Siendo excelentes otras fotos del viaje, debo reconocer que a mí me gusta especialmente esta imagen, tomada frente a uno de los monumentos que todos teníamos más idealizados en aquellos tiempos y con el aliciente añadido de estar, todavía, en el comienzo de nuestro inolvidable recorrido por Italia.












sábado, 9 de mayo de 2015

Primero E

Con la publicación de esta foto de Primero E casi completamos la serie de las fotografías de las distintas clases de primer curso. Y si digo 'casi' es porque, hasta la fecha, no ha aparecido la imagen de los compañeros del B. Pero no desesperamos en nuestro empeño: tal vez lleguemos a conseguirla. Como tampoco estaría nada mal encontrar unas mejores copias de las del C y el F, ya  que las que tenemos son solo regulares.
Damos las gracias a José Luis Iruretagoyena por enviarla, así como a todos los que han colaborado en las siempre complicadas tareas de identificación, coordinados por Mariano Gomá.



























En la publicación original de esta fotografía decíamos que faltaban algunos compañeros por reconocer y otros por confirmar. Pues bien, Carlos Navas ha venido a subsanar este defecto, gracias a una muy valiosa aportación: en el reverso de la copia que ha encontrado en casa de su madre, estaban escritos de su puño y letra los apellidos de todos. Este gran descubrimiento (mucho más relevante para la historia, en mi modesta opinión, que el de Howard Carter en tierras egipcias, allá por 1922) nos ha permitido acabar de cerrar la lista, con la eficaz colaboración de Luis Bartolomé, quien nos ha facilitado el último nombre que nos faltaba (ratificado, luego, por Poveda). Muchas gracias a todos los que han hecho posible que la fotografía del E haya sido la primera en tener identificados a cuantos en ella aparecen.

He aquí la nueva relación de los retratados junto al Sr. Pepín:









Y para que quede fehaciente constancia del magnífico documento hallado por Navas, reproducimos a continuación el reverso de la fotografía por él localizada. ¡Gracias, Carlos! 








viernes, 8 de mayo de 2015

Artes escénicas

En el artículo que hablaba de las Bodas de Plata del Ramiro, ya comentábamos algunas de las actividades que se celebraron con motivo de ese aniversario (al que se le dio una gran importancia), relacionadas con las artes escénicas, pero aquí vamos a ampliar lo que contábamos, incluyendo varios documentos gráficos que no se publicaron en el anterior artículo.
Como bien nos ha recordado Fernando García Delgado en el grupo de Facebook, aparte de la puesta en escena de algunas obras y actuaciones diversas, cuyo principal motivo era la efemérides en cuestión, hubo otras que tenían como objetivo principal recaudar fondos para nuestro viaje de fin curso.
Tenemos algunos programas, enviados por Roberto Merino, que indican, con claridad, actos pertenecientes a los acontecimientos oficiales, pero nos consta que hubo otros, protagonizados por los alumnos, que no figuran en la documentación que nos ha llegado.

De las diversas representaciones teatrales de esa época, la más notable fue, sin duda, la puesta en escena de 'Asesinato en la Catedral', de T. S. Eliot, que tuvo como protagonista a D. Marciano Cuesta Polo, quien muy recientemente ha sido distinguido por el Ayuntamiento de Segovia con el título de 'hijo adoptivo' de la ciudad.
D. Marciano nos pedía, en la introducción que escribió en el programa de mano de la obra, 'indulgencia y esfuerzo para comprender', ya que, como él mismo decía, la tragedia de Eliot (gracias a D. Marciano he sabido que T. S. eran las iniciales de Thomas Stearns) era una obra difícil, de poesía intelectual y oscura, que en nada se parecía a las obras populares habituales en las celebraciones estudiantiles.
Su introducción la tituló 'Un esfuerzo hacia la belleza'.
Carlos Cano (responsable del montaje y la decoración) también escribió en el mismo programa una semblanza de Thomas Becket.
Ignacio Tofiño, que actuó en la obra, junto a otros compañeros, nos ha hecho llegar unas fotografías de la representación, de extraordinaria calidad (en todos los sentidos), en las que aparecen D. Marciano, José María Plans, Carlos Falcones, Joaquín Rodríguez y el propio Tofiño.

La dirección escénica corrió a cargo de Salvador Salazar, socio de honor de la Asociación de Directores de Escena de España, cuyo dilatado currículum se puede ver pinchando en este enlace, en el que aparece una referencia expresa a su trabajo como director de esta obra en el Ramiro.
Tofiño nos recuerda, además, que el vestuario era de Cornejo (se aprecia bien su alta calidad en las fotos).
Fue, sin ninguna duda, una representación de gran nivel, digna de un autor, Eliot, que recibió el Premio Nobel de Literatura en nuestro año (1948).

Y el marco del acontecimiento (nuestro magnífico teatro, ahora remozado) tampoco era cualquier cosa, con su escenario siempre vigilado por las pinturas murales de Isabel I y la diosa Minerva, ambas montando guardia en las alturas. Una pareja poco habitual, pero de categoría.

No tan solemnes (pero no por ello exentas de enorme interés para nuestro recuerdo) fueron las actuaciones de nuestros compañeros en diversas obras teatrales (todas ellas menos trágicas que la del bueno de Becket, con la excepción de 'La venganza de D. Mendo', en la que, como es sabido, muere hasta el apuntador). De ellas, traemos a este artículo documentos gráficos de 'Usted puede ser un asesino' (la divertida comedia de Alfonso Paso), en cuya fotografía, enviada por Roberto Merino, vemos a Carlos Cano muy bien acompañado y con cuatro guardaespaldas de categoría: Merino, Bretón, García Delgado y un cuarto compañero a quien no identifico.


Por último, una foto (entre bambalinas) de 'La venganza de D. Mendo', de Muñoz Seca, en la que todos parecen estar pasándoselo en grande, como corresponde a la situación.


Y ya que estamos con estos temas, haré público un rumor que parece estar presente en todos los mentideros madrileños: se comenta que Juan Ramón Lozano va a poner en escena obra inédita de Juan Francisco Moreno 'Tragedia de D. Nuño o La fuerza del garrote', de la que adjuntamos el texto original, fechado en 1964, que no fue aceptado por D. Marciano como alternativa menos difícil (y con un verso menos intelectual y oscuro) a la otra tragedia, la de Eliot. 
Ahora, algo más de medio siglo después, parece que podremos disfrutar de ella durante nuestros festejos 'de oro' (mucho más importantes que los 'de plata' en los que no pudo ser estrenada, pese a los buenos oficios de Lozano y Moreno ante las autoridades dramáticas competentes de la época).
Incluso se dice que ambos (junto con Núñez Burranchón y Junquera Prats) tuvieron que quedarse de seis a nueve por haber protestado demasiado airadamente a Carlos Cano, acusándole de tener enchufe a Eliot y haberle dispensado trato de favor, frente a los legítimos intereses de Moreno quien, al fin y al cabo, era de la casa.
















miércoles, 6 de mayo de 2015

Autobuses y trolebuses

Un buen número de alumnos del Ramiro usaban el servicio de autobuses del centro. Desde luego, eran minoría, ya que yo calculo que los utilizaban unos trescientos, de un total de unos dos mil.
Como es lógico, la mayor parte se contaban entre los más pequeños y, desde luego, los que vivían más apartados de Serrano 127.
Tampoco soy capaz de recordar el número de autobuses (que aparcaban en el trozo de calzada frente a los jardines de la Prepa, esperando la salida de las clases a la una y media, por la mañana, y a las seis, por la tarde), pero creo que eran siete u ocho. 
El mío era el número 1, como acredita la tarjeta publicada, que especifica las horas de recogida y llegada, así como la parada que correspondía a mi domicilio.

Es sabido que los que íbamos en autobús del Ramiro estábamos dispensados de la misa matutina, y, también, de cualquier actividad anterior a las horas de comienzo de las clases. No tengo claro si, además, gozábamos de algún tipo de privilegio a la hora de un posible castigo de seis a nueve, pero el caso es que yo nunca tuve que quedarme al término de las clases durante mis años de autobús. Tal vez algún compañero pueda aclararme si teníamos bula o mi caso fue una simple casualidad.


Publico, como documento curioso, las 'condiciones' del servicio, que dejaban claro en su segundo punto que solo en caso de expulsión se devolvería la parte de la cuota no devengada del mes (que debía abonarse por adelantado), ya que ninguna otra razón ('aun justificada') otorgaba ese derecho.
Alguien señaló las condiciones octava y novena como más dignas de ser advertidas y recordadas en mi caso (por algo sería).

Desde otro punto de vista (el tipográfico) llaman la atención las múltiples erratas del escrito, impreso en los Talleres del Instituto, que sugieren que su composición pudo ser obra de algún alumno, aprendiz de tipógrafo, con limitada experiencia a la hora de distinguir la letra c de la e, la h de la b y la d de la p
Lo que no quita para que quepa la remota posibilidad de que, con el tiempo (y, eso sí, mucha práctica), haya podido llegar a convertirse en un avezado linotipista.

Entre las líneas de transporte público más frecuentes para los alumnos tenemos que destacar la del trolebús número 1, cuya parada estaba delante de la puerta de la iglesia del Espíritu Santo (a escasa distancia del estratégico lugar en el se situaba el polero). Esta línea de trolebuses fue la primera establecida en Madrid y hacía el recorrido Puerta del Sol - El Viso.
Merino dice que el tranvía número 2 pasó por Serrano. Puede que fuese el antecesor de los trolebuses, ya que durante mucho tiempo, permanecieron las vías, ya en desuso, sobre los adoquines de la calle.
A comienzo de la década de los 60, se modificaron los números para evitar su confusión con los autobuses, por lo que el 1 pasó a ser el 101. Con la nueva numeración es como yo lo recuerdo pasar frente a la puerta principal del Ramiro, la que se distinguía por su bonito y personal arco, por desgracia desaparecido hace tiempo.

Por la Castellana pasaban varios autobuses y, si te bajabas junto al Museo de Ciencias Naturales, no estaba lejos la puerta que se abría en la verja que nos separaba del Canalillo, y que yo utilicé muchas veces (ya en los últimos cursos), cuando dejé de usar el servicio de autobús del Ramiro.
Mi autobús era el 7, que cogía en la Red de San Luis (donde comenzaba) para ir al Ramiro y, a la vuelta, me dejaba en el portal de mi casa si me bajaba en marcha, algo bien sencillo teniendo en cuenta que todos los coches de esa línea eran de dos pisos (yo siempre iba en el de arriba, por supuesto), por lo que no tenían puerta, y que el intenso tráfico que bajaba por la calle de Fuencarral en dirección a la Gran Vía (Avenida de José Antonio, en aquellos años) obligaba a reducir la marcha al autobús e, incluso, a pararse varias veces.

Seguro que otros compañeros usaron diferentes líneas de autobús. O de tranvía, que seguían circulando (no recuerdo el número de la línea que recorría la Castellana), pero a mí se me quedó grabado para siempre en la memoria el trolebús 101, con sus característicos colores azul y crema, y el autobús número 7 que, por sus dos pisos, se distinguía muy bien de los más comunes (de uno solo), que ya iban poblando, de forma generalizada, el renovado parque móvil de la Empresa Municipal de Transportes. 
Dos líneas que hoy subsisten, con algunas modificaciones. El autobús 7, ya de un piso, claro, comienza en Alonso Martínez y el viejo 101 es hoy otro autobús, el 51, que no puede evitar un cierto soniquete nostálgico en su motor, cuando pasa (siempre despacio, como lo hacía su silencioso predecesor), frente a la puerta del Ramiro de Maeztu.




martes, 5 de mayo de 2015

Jugando al fútbol

Pues sí, también se jugaba al fútbol en el Ramiro. Y mucho. No en vano teníamos el mejor campo, envidia de todos los colegios de Madrid (casi me atrevo a decir que de España).
Sus dimensiones eran considerables y el marco, impresionante, presidido por su tribuna cubierta y flanqueado por esculturas clásicas de atletas que observaban el terreno de juego desde su imperturbable posición, alineada a lo largo del lateral norte, en la parte posterior de las gradas.






La afición por el fútbol era, también, grande entre los alumnos de aquellos años. En los recreos, el campo se llenaba de partidos, jugados a lo largo y a lo ancho, sin dejar ni un centímetro de su tierra a salvo de las carreras de unos y de otros, tras los infinitos balones que rodaban en medio de una absoluta, pero organizada, confusión.
Otra prueba del interés por el fútbol (pese a la indudable hegemonía institucional del baloncesto) era que no había excursión en la que no se jugase un buen partido, tras las obligadas visitas turísticas y culturales.
Pero, sin duda, lo que ratificaba que el balompié ocupaba un lugar respetable en el Ramiro era el hecho de que la más importante festividad del curso (Santo Tomás de Aquino), tenía como acto culminante la celebración del partido de fútbol Profesores-Alumnos, cuya institución se remontaba a tiempos pretéritos que, para nosotros, se perdían en la noche de los tiempos.

Hasta el NO·DO recogió en sus imágenes uno de estos grandes acontecimientos deportivos, tal como podemos  ver pinchando en este enlace. Fue en 1945 y en él ganaron los alumnos (como casi siempre ocurría) por 9 a 3. Merece la pena ver el vídeo, en el que aparece D. Tomás Alvira y D. Pedro Dellmans actúa como árbitro.

Partido Profesores-Alumnos 1965
Desde mi primer año en la Prepa, me prometí a mí mismo que yo jugaría ese partido cuando fuese mayor. Finalmente así fue, ya que en 1965, tuve el honor de ser uno de los once alumnos que se enfrentaron con los profesores, junto a varios compañeros de promoción (y alguno de otra). Por desgracia, solo ha quedado (que yo sepa) el documento gráfico de nuestro equipo, ya que hubiese sido fantástico poder ver la formación de profesores que se nos enfrentó, con el excelente ánimo y espíritu deportivo que siempre demostraron en estos encuentros. Creo recordar que el de 1965 lo arbitró el Sr. Pepín y que el portero de los profesores fue el Sr. Moneo. Como puede observarse en la foto (delante de la tribuna), el campo estaba encharcado el 7 de marzo de 1965, aunque durante el partido lució un sol espléndido.

Nuestra muy elegante alineación (obsérvese que no llevábamos camisetas, sino camisas) era: Paco González; Torralba, Solís, Casado; Javier Amat, Barquinero II; Barquinero I, Félix González Salcedo, Elviro, Antonio Tarragó y Aguilar. 
La fotografía, bien conservada por Miguel Angel Torralba, está firmada por los once jugadores al dorso.
No estoy seguro, pero me parece que resultado fue de 9 a 1. Tal vez alguno de mis compañeros de equipo tenga mejor memoria que yo.

Equipo B de 6º A (1957/58)
Mucho más antiguas son las otras dos fotografías que ilustran este reportaje futbolístico. Una de ellas aportada por Roberto Merino y la otra conservada por mí (y permanentemente expuesta en la estantería de mi despacho). Se trata de los equipos A y B de la clase de D. Saturnino, en ingreso (6ºA), que con tanto ardor competían cada vez que se les presentaba cualquier oportunidad, guardando, además, todas las formalidades protocolarias, como el intercambio de banderines.
El equipo B estaba formado por: González Esteban, Lloréns, Vidal Perucho, García Macarrón, Rafa Ibáñez (con banderín) y Merino (arriba, de izquierda a derecha). Y Muñoz-Cobo, Sánchez Rey, Golmayo, López de Sá y Martín Escanciano (abajo, de izquierda a derecha).

Equipo A de 6º A (1957/58)
En el equipo A forman arriba (de izquierda a derecha): González de Ubieta, Pastor, Herreras (con banderín del Real Madrid), Sierra, Gómez Martín y Fombella. 
Abajo, de izquierda a derecha: Sequeira, Soler, Paco González, Gascón y Marín y León.
Ambas fotografías están hechas, como todos habréis reconocido, en el jardín de la clase.


El mejor de nuestros jugadores era, sin la menor duda, Herreras, quien no acabó en los equipos del Ramiro de los últimos años porque, para entonces, ya había fichado por el Plus Ultra, filial del Real Madrid, de cuya época (1963/64) he conseguido rescatar esta imagen que compartí hace poco con el propio Juan.

Herreras en el Plus Ultra
Por cierto que Herreras pretende no asistir a la celebración nuestras Bodas de Oro con la poco original excusa de tener en esas fechas un viaje a Indonesia, sin darse cuenta de que, si cumple su amenaza (la comisión organizadora no ha aceptado su recurso de no asistencia por no considerar justificada la causa), podrá verse sancionado no ya con una tarjeta roja (que esos modernismos futboleros no se llevaban en nuestro tiempo), sino con sobre y carta. De momento, está castigado de seis a nueve. Sanción que deberá cumplir el mismo día 20 de junio.