viernes, 15 de mayo de 2015

El Diario de Clase

El documento escolar por excelencia en el Ramiro fue siempre el Diario de Clase. Tanto lo fue que otros, teóricamente más importantes (como el Libro de Calificación Escolar), no solo pasaron a un segundo plano, sino que apenas los recordamos.
Por el contrario, el Diario de Clase, con su color gris inconfundible en el exterior y esa combinación de cartulina amarillenta y papel blanco, en su interior, fue nuestro compañero más inseparable durante los años de instituto.
Me gustaría saber quién fue su inventor. Probablemente lo sepan Manolo Rincón y Rosa Muro, grandes estudiosos de la historia del Ramiro, que están llevando a cabo una extraordinaria labor de investigación y búsqueda de documentos antiguos. Se lo preguntaremos.

Diario de Clase 1º A (Lozano)

En cualquier caso, el Diario de Clase era eficaz e ingenioso, aunque para nosotros, sufridos alumnos, fue causa de más de un disgusto.
Todos recordamos su formato horizontal pero, como bien apunta Juan Ramón Lozano, eso fue a partir de segundo curso, ya que en primero tuvimos, aún, el de formato vertical que, supongo, era el modelo anterior.

Diario de Clase 1º A y Libro de Calificación Escolar (Lozano)
Otro compañero, José Luis Cabrero, resalta otra diferencia entre ambos, aparte del formato, ya que el interior de la contraportada del vertical incluía las mismas recomendaciones para los alumnos que se recogían en el carnet, desaparecidas luego, en los nuevos diarios horizontales. Aquí podemos verlas:

Diario de Clase 1º D (Cabrero)
En él quedaba todo recogido, sin necesidad de más documentos: la identificación del alumno, la firma del padre (luego volveremos sobre este punto), el horario de clases, los nombres de los profesores, las notas mensuales, las calificaciones diarias (con sus eventuales observaciones), las advertencias...






Pero lo más extraordinario, en mi opinión, es lo que, entonces, nos pasaba un tanto inadvertido (probablemente, muchos de nosotros ni siquiera llegamos a leer esa parte). Me refiero a las 'Indicaciones', escritas en los interiores de portada y contraportada.
Dos de ellas llaman, en especial, mi atención. La primera es el hecho de que era el padre (y solo el padre) quien debía firmar las notas (y hacerse cargo del Diario - en el texto lo llaman 'libreta' -, recogiéndolo en la Secretaría del Instituto). Es evidente que el papel que la sociedad reservaba a las madres era muy distinto al que hoy desempeñan, incluso al que asumieron durante nuestra propia generación, que fue en la que se produjo el cambio más significativo en el rol de las madres. Yo no lo veía así en aquel tiempo (mi madre era la intelectual y emprendedora de la familia), pero el hecho es que también en mi caso fue mi padre el que siempre firmó en la 'libreta', si bien yo imaginaba que el motivo era su reconocida buena caligrafía, mientras que mi madre escribía con una casi ilegible letra de médico, de esas que solo saben descifrar los buenos farmacéuticos.





La segunda 'indicación' que me resulta curiosa es la severa advertencia que hacían a los padres (aquí hablaban en plural, si bien nunca sabremos si referían al colectivo de padres masculinos o a los dos progenitores de un mismo alumno), amenazándoles con 'sanciones económicas y disciplinarias' (es de suponer, aunque no lo especifica el texto, que las económicas eran para los padres y las disciplinarias para nosotros) en caso de omisión o pérdida del Diario de Clase, recordándoles, además, que su desinterés (el de nuestros padres) podía causar nuestra 'baja parcial o definitiva en la vida del Centro'.




Y así, tras recordar que habría un cuidado especial en las faltas de asistencia (incluso en las justificadas), terminaban estas consignas y recomendaciones, exhortando al alumno a que hiciera de las notas reflejadas en su Diario de Clase causa de estímulo para su superación o enmienda académica.




Desde un punto de vista gráfico, el diseño de este documento (cosido con dos grapas en el lomo) me fascina, tanto por su formato como por su tipografía, color y materiales utilizados en su edición. 
Otro detalle curioso (al menos en los que yo he conservado) es que (tanto en la hoja de las notas diarias como en las calificaciones mensuales) los únicos idiomas previstos eran alemán o inglés, sin opción para el francés.
En mis 'libretas' no figura pie de imprenta alguno que pueda identificar al taller de artes gráficas en el que se imprimían.
A continuación, reproducimos varios ejemplos de horarios, de diferentes cursos y compañeros, seguidos, para terminar, de la contraportada del Diario de Clase.

Horario 2º B (Hernanz)























Horario 3º C (Merino)


Horario 6º D (Lozano)

1 comentario:

  1. Si hay alguna cosa del Ramiro de la que todavía hoy, 50 años más tarde, tenga sólo malos recuerdos, esa es el "diario de clase". Había que llevarlo siempre en la cartera y presentarlo a instancias de cualquier profesor, para que apuntara en él lo que quería que nuestros padres supieran, aunque fuera injusto o falso (los profes también se equivocaban), y luego enseñarlo en casa, donde nos caía un castigo en caso de que la nota fuera mala. Al siguiente día había que enseñárselo de nuevo al profesor para que viera la firma del padre junto a la suya como constancia de que se había enterado. Un proceso humillante en grado sumo y que hoy en día podríamos considerar incluso inconstitucional (declarar contra uno mismo). La rabia que tenía yo a tan nefasto cuadernito era tal que no conservo ninguno, pues recuerdo que al llegar a casa el día de fin de curso lo primero que hacía era romperlo en mil pedazos y tirarlo a la basura. En cuanto a quién fue su "inventor", pienso que fue el mismo que el del temido "sobre y carta", cuyos métodos dictatoriales más propios de un cuartel que de un colegio eran bien conocidos en la jefatura de estudios. En favor de esta persona debo decir que como profesor de latín no lo cambiaría por ninguno.
    En fin, vamos a ponernos en el supuesto de que pudiéramos repetir una época pasada. Aunque me aseguraran que el parque de juegos infantiles iba a estar siempre abierto, que el Moreno no iba a ser jefe de estudios, que no iban a existir los mal llamados "educadores" ni los jefes de clase, y que la enseñanza académica iba a ser incluso mejor que la que nosotros recibimos, si se iba a seguir usando el diario de clase preferiría no aquellos años.

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