miércoles, 6 de mayo de 2015

Autobuses y trolebuses

Un buen número de alumnos del Ramiro usaban el servicio de autobuses del centro. Desde luego, eran minoría, ya que yo calculo que los utilizaban unos trescientos, de un total de unos dos mil.
Como es lógico, la mayor parte se contaban entre los más pequeños y, desde luego, los que vivían más apartados de Serrano 127.
Tampoco soy capaz de recordar el número de autobuses (que aparcaban en el trozo de calzada frente a los jardines de la Prepa, esperando la salida de las clases a la una y media, por la mañana, y a las seis, por la tarde), pero creo que eran siete u ocho. 
El mío era el número 1, como acredita la tarjeta publicada, que especifica las horas de recogida y llegada, así como la parada que correspondía a mi domicilio.

Es sabido que los que íbamos en autobús del Ramiro estábamos dispensados de la misa matutina, y, también, de cualquier actividad anterior a las horas de comienzo de las clases. No tengo claro si, además, gozábamos de algún tipo de privilegio a la hora de un posible castigo de seis a nueve, pero el caso es que yo nunca tuve que quedarme al término de las clases durante mis años de autobús. Tal vez algún compañero pueda aclararme si teníamos bula o mi caso fue una simple casualidad.


Publico, como documento curioso, las 'condiciones' del servicio, que dejaban claro en su segundo punto que solo en caso de expulsión se devolvería la parte de la cuota no devengada del mes (que debía abonarse por adelantado), ya que ninguna otra razón ('aun justificada') otorgaba ese derecho.
Alguien señaló las condiciones octava y novena como más dignas de ser advertidas y recordadas en mi caso (por algo sería).

Desde otro punto de vista (el tipográfico) llaman la atención las múltiples erratas del escrito, impreso en los Talleres del Instituto, que sugieren que su composición pudo ser obra de algún alumno, aprendiz de tipógrafo, con limitada experiencia a la hora de distinguir la letra c de la e, la h de la b y la d de la p
Lo que no quita para que quepa la remota posibilidad de que, con el tiempo (y, eso sí, mucha práctica), haya podido llegar a convertirse en un avezado linotipista.

Entre las líneas de transporte público más frecuentes para los alumnos tenemos que destacar la del trolebús número 1, cuya parada estaba delante de la puerta de la iglesia del Espíritu Santo (a escasa distancia del estratégico lugar en el se situaba el polero). Esta línea de trolebuses fue la primera establecida en Madrid y hacía el recorrido Puerta del Sol - El Viso.
Merino dice que el tranvía número 2 pasó por Serrano. Puede que fuese el antecesor de los trolebuses, ya que durante mucho tiempo, permanecieron las vías, ya en desuso, sobre los adoquines de la calle.
A comienzo de la década de los 60, se modificaron los números para evitar su confusión con los autobuses, por lo que el 1 pasó a ser el 101. Con la nueva numeración es como yo lo recuerdo pasar frente a la puerta principal del Ramiro, la que se distinguía por su bonito y personal arco, por desgracia desaparecido hace tiempo.

Por la Castellana pasaban varios autobuses y, si te bajabas junto al Museo de Ciencias Naturales, no estaba lejos la puerta que se abría en la verja que nos separaba del Canalillo, y que yo utilicé muchas veces (ya en los últimos cursos), cuando dejé de usar el servicio de autobús del Ramiro.
Mi autobús era el 7, que cogía en la Red de San Luis (donde comenzaba) para ir al Ramiro y, a la vuelta, me dejaba en el portal de mi casa si me bajaba en marcha, algo bien sencillo teniendo en cuenta que todos los coches de esa línea eran de dos pisos (yo siempre iba en el de arriba, por supuesto), por lo que no tenían puerta, y que el intenso tráfico que bajaba por la calle de Fuencarral en dirección a la Gran Vía (Avenida de José Antonio, en aquellos años) obligaba a reducir la marcha al autobús e, incluso, a pararse varias veces.

Seguro que otros compañeros usaron diferentes líneas de autobús. O de tranvía, que seguían circulando (no recuerdo el número de la línea que recorría la Castellana), pero a mí se me quedó grabado para siempre en la memoria el trolebús 101, con sus característicos colores azul y crema, y el autobús número 7 que, por sus dos pisos, se distinguía muy bien de los más comunes (de uno solo), que ya iban poblando, de forma generalizada, el renovado parque móvil de la Empresa Municipal de Transportes. 
Dos líneas que hoy subsisten, con algunas modificaciones. El autobús 7, ya de un piso, claro, comienza en Alonso Martínez y el viejo 101 es hoy otro autobús, el 51, que no puede evitar un cierto soniquete nostálgico en su motor, cuando pasa (siempre despacio, como lo hacía su silencioso predecesor), frente a la puerta del Ramiro de Maeztu.




1 comentario:

  1. Los trolebuses empezaron a funcionar en Madrid en 1950, es decir, muy pocos años antes de que empezáramos a ir al Ramiro. Las primeras líneas puestas en servicio fueron la "1" (la que pasaba por Serrano, por delante del Ramiro) y la "2" (iba por la c/ general Mola - ahora Príncipe de Vergara). Ambas nacían en Sol, y ambas estaban dotadas de dos tipos de trolebuses: uno, el de la foto que ha puesto Paco (había pocas unidades de este modelo); otro (que era el más abundante; quizás un 90%) está en una foto que, si no puedo publicar como comentario, la incluiré en el Grupo de Facebook. Pero yo quería contar una anécdota que me pasó con uno de estos últimos en Octubre o Noviembre de 1955 (lo sé por detalles demasiado largos para incluir aquí). Salía por la tarde del Ramiro, con mi madre, y otros compañeroscon sus madres. Íbamos a cruzar Serrano -creo que entonces no había semáforos porque el tráfico de esa calle era escaso-, y vení un trolebús aún lejos, desde la plaza de la República Argentina. Mi madre me dijo: "venga, que da tiempo", pero cuando íbamos por mitad de la calle, se me cayó la goma de borrar de una carpeta que llevaba. Me zafé de mi madre, y me volví a cogerla. Se me volvió a resbalar, y yo detrás de ella; mi madre me agarró como pudo, pero el trolebús tuvo que dar un frenazo, y me pusieron de vuelta y media el conductor y algunos viajeros -que debieron precipitarse contra el parabrisas-. En fin, cosas de los 7 años, pero podría haber inaugurado la triste lista de fallecidos de nuestra promoción... Por supuesto, yo ya había recuperado mi goma de borrar (marca "Milán", como casi todas entonces).

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