jueves, 5 de noviembre de 2015

Los talleres

Existe un libro (con extraordinaria información gráfica), publicado en la segunda mitad de los años cuarenta, en el que se recogen casi todos los aspectos más notables del Instituto Ramiro de Maeztu, expuestos en sus páginas con un entusiasmo más propio de animosos incondicionales (como nosotros, por ejemplo) que de los moderados redactores profesionales que deberíamos suponer (mal supuesto, claro está) eran los encargados de esas tareas.




El libro está editado con un evidente afán de ensalzar las virtudes de nuestro Instituto y, sin duda, persigue su difusión y promoción externa. Parece hecho bajo los auspicios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ya que hay otros dos de similar formato. Uno de ellos está dedicado al propio Consejo, y el otro, a la iglesia del Espíritu Santo. La curiosidad es que existe, también, una versión en inglés de los mismos. Nos preguntamos quién fue el responsable de convertir el triunfalista leguaje castellano de la posguerra en un texto inglés que, hasta escrito, tiene acento español.

Uno de los capítulos del libro (el titulado 'Trabajos Manuales') está dedicado a los talleres del Ramiro, una de las singularidades más particulares de un centro de estudios que destacaba en su época, sobre todo, por su excelencia académica, pero, también, por la importancia que se daba a otros aspectos educativos, como el deporte, las artes y, mediante estos talleres, a la aproximación a determinadas actividades artesanales, de índole manual.



Como todos sabemos de sobra lo que fueron para nosotros los talleres del Ramiro, transcribo, por lo colorista del texto original del libro, lo que en él se dice:

TRABAJOS MANUALES

Los talleres desempeñan la formación complementaria y contribuyen a educar la voluntad en un sentido de orden y disciplina. 
Constan de varias secciones: Automovilismo, Metalotecnia, Carpintería, Encuadernación, Imprenta, Aeromodelismo, Transmisiones y Fotografía. El trabajo manual en las diversas secciones es obligatorio a través de los diferentes cursos, no tomándose en consideración en los trabajos de los alumnos, la habilidad, pero sí la diligencia. Estos talleres educan en un sentido práctico de la vida y en ellos se realizan trabajos, tan finamente ejecutados, que en algunos casos, por ejemplo, los modelos confeccionados en la sección de Aeromodelismo han hecho posible su presentación en los concursos nacionales verificados en la Escuela militar del Cerro del Telégrafo y se han conseguido premios hoy exhibidos en el Instituto con legítimo orgullo.



No recuerdo que ningún compañero careciese, en el ejercicio de estas labores, de la diligencia exigida, pero sí me constan casos de habilidad reseñable, como puede apreciarse en algunos de trabajos finamente ejecutados (y publicados en nuestro álbum 'Imágenes 1965', esa magnífica recopilación de recuerdos, editada por Luis Bartolomé).








Tampoco soy capaz de acordarme de los talleres de Aeromodelismo y Transmisiones, pero me extraña que siguieran operativos en nuestra época y no nos hubiésemos peleado todos por estar en ellos, aunque es posible que sea mi memoria la que falle, una vez más. Porque lo cierto es que, en algún momento, existieron, como demuestran las bellísimas fotografías del libro que ilustran este artículo, además de la confirmación que hemos recibido de algún miembro de promociones anteriores.
Y de lo que tampoco hay duda es de que, fueran unos u otros, los talleres son otro de los muchos regalos especiales que el Ramiro tuvo para nosotros. ¡Qué suerte la nuestra!


3 comentarios:

  1. Sobre el taller de Aeromodelismo no me atrevo a hablar, porque no sé si seguía existiendo en el curso 1963-64 (cuando estábamos en 6º), pero del de Transmisiones sí doy fe, porque yo asistí a él. MI sensación fue de haber aprendido muy poco (a diferencia del de Electricidad, en 4º, y del de Carpintería, en 5º), pero sí existía. En ese taller ocurrió una anécdota que ya he contado: No sé si fue Muñoz-Pato o Cafranga quien dijo al profesor: "Jefe, esto ya está ñisto". El profesor, con un acento andaluz muy cerrado, contestó bastante enfadado: "¿Hefe, hefe? Yo no soy hefe, soy profesor... Mehor disho, soy hefe, pero en el Ehército, no aquí".

    Juan R Lozano

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    1. Discrepo totalmente. Yo en el curso anterior62-63, aprendi bastante. Hice mi radio de galena, aprendí los rudimentos de telefonía, aprendí Morse y el manejo de una emisora de campaña. El Maestro me animaba a ser ingeniero de Telecomunicación, carrera que finalmente estudié. Manolo

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  2. Yo hice metalotecnia, aprendi a manejar el torno y la fresadora aparte de ha limar piezas de hierro.Me dieron un premio consistente en un libro que me entrego Don Tomas Alvira con una dedicatoria y que aun conservo.

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