viernes, 17 de abril de 2015

Documentos históricos

Por algún motivo, mi padre guardó todos mis documentos del Ramiro. Hasta los más insignificantes. Supongo que fue porque pensó que en este año celebraríamos nuestras Bodas de Oro y que a mí me gustaría encontrarlos todos, perfectamente ordenados y clasificados. Fue una excelente idea.
Debo decir que mi padre murió en 1974 y que estos documentos han permanecido durante más de cuarenta años en un armario de su despacho que, como es lógico (tengo a quien parecerme) se conserva intacto.
Hace unas semanas, con el comienzo de los preparativos de nuestra celebración, decidí abrir la caja metálica en la que intuía que estaban y, efectivamente, me encontré con un verdadero tesoro que hoy quiero empezar a compartir con vosotros.
Seguro que no soy el único que conserva estas verdaderas piezas de museo, pero estoy convencido de que, a quien no las tenga, le gustará verlas tanto como a mí.
Hoy me voy a concentrar en algunos documentos de nuestro primer curso de bachillerato, el de 1958/59, con el que nos estrenamos en el Instituto, tras haber terminado la Escuela Preparatoria y superar el examen de Ingreso (del que también aportaré algún recuerdo de interés, más adelante).

Los carnets (creo que ahora se llaman carnés, pero a mí me suena fatal  - con perdón de la Academia - y, como no logro acostumbrarme a la palabra, prefiero seguir con el galicismo) del Ramiro eran documentos de una belleza extraordinaria. En el grupo de Facebook ya está publicado el de nuestro compañero José Antonio Carmona (con una preciosa fotografía, hay que decirlo), así que ahora publicaré el mío, sobre todo, para que se vea el número (52). Doy por hecho que cada uno de nosotros tenía un número diferente, en función del orden cronológico de matriculación en el curso. Este número era nuestro verdadero identificador (más que el nombre), tal como se verá más abajo. 

Hablando de los carnets, debo decir que (al menos, en mi caso) las fotografías fueron empobreciéndose con el paso de los años y dejaron de tener la calidad de estas primeras, realizadas de una forma mucho más artesanal y cuidada.

Gerardo Jimena nos recordaba, en uno de sus mensajes, el Servicio Médico. Pues bien, he aquí mi ficha del reconocimiento de ese primer curso que, según especifica con toda claridad, era el segundo que nos hacían (se ve que tuvimos uno anterior en la Prepa). Lo que ya no está tan claro en él es la fecha, por lo que ruego encarecidamente a algún compañero farmacéutico que la descifre (todos sabemos que una de las principales asignaturas de la carrera de Farmacia es la de 'Lectura e interpretación intuitiva de la caligrafía médica', mientras que los alumnos de Medicina, se aplican, muy especialmente, en las asignaturas de 'Escritura ilegible I' y 'Escritura ilegible II', ambas selectivas, claro está). 
Yo entiendo (con buenas dosis de imaginación) que el mes es septiembre, lo que me resulta chocante, teniendo en cuenta que nuestros cursos empezaban a primeros de octubre.
Puede que ese año tuviéramos que pasar el reconocimiento en septiembre, previo al comienzo de las clases, no sé...

El tercer documento contiene los recibos (supongo que todos recordaréis su pequeño y curioso formato, más próximo al de un billete de tren que al de cualquier recibo convencional) correspondientes a las 'Permanencias y otros servicios', de los que, pese a su ambigüedad, no debemos quejarnos porque es muy justo reconocer que eran, en verdad, económicos: 195 pesetas, es decir, 1,17 euros al mes. Y solo por ocho mensualidades, que ¡menudas vacaciones teníamos en el Ramiro!
Eso sí, en octubre debíamos abonar 50 pesetas más 'como cuota única por Instalaciones Deportivas'. Tampoco se pasaban, desde luego.
Y, aunque este otro pago que menciono ahora, quedaba bien recogido en la tarjeta que he publicado antes, incluiré aquí las 25 pesetas 'Por reconocimiento médico'. Un concepto, por cierto, que parece sacado de una de las tarjetas de 'Suerte' o 'Sorpresa' de El Palé, que estaban redactadas en términos similares.
Obsérvese que el número que figura en el carnet aparece en cada uno de los recibos.

El 'Servicio de Autobuses' era ya más caro: 315 pesetas (1,89 euros). Yo, por cierto, iba en el número 1, con una señorita morena muy simpática (me tenía mucho enchufe), cuyo nombre no recuerdo y que trabajaba en la Secretaría del Instituto. Tanto estos recibos como los de las 'Permanencias y otros servicios' llevaban su correspondiente tasa estatal en 'timbres móviles' (así se llamaban esas pequeñas pólizas), de 40 céntimos para los autobuses y de solo 25 para la escolaridad. Es de suponer que estos 'timbres móviles' había que abonarlos aparte.

Cuatro documentos del enorme legado que dejó mi padre, y que tanto celebro tener para poder compartir con todos mis compañeros de promoción. 

Nota: Si alguien quiere ver ampliados los documentos, no tiene más que pinchar sobre las imágenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario