miércoles, 2 de septiembre de 2015

El 'autopullman' de los sueños

El programa del ya varias veces comentado viaje a Italia lo dejaba bien claro: no era un autobús. Ni un autocar. Era un 'autopullman'.
Observando con detenimiento la impagable fotografía aportada por Luis Bartolomé, no nos queda ninguna duda. Los cuidados detalles de su carrocería dejan claro que se trataba de un Pegaso de última generación, recién matriculado (M-431026 es de 1965 y, puesto que nuestra excursión partió de Madrid el día 2 de abril, el margen desde su puesta en circulación es de unos pocos meses) y lleno de bonitos y elegantes cromados, de esos que ya no se llevan desde hace muchos años.
También los reposacabezas de los asientos (bordados con las iniciales PG) nos indican que la empresa propietaria era de un buen nivel. Solo los equipajes atados en la baca del vehículo (puede que, pese a su modernidad, no tuviese maletero) parecían poner en tela de juicio la calidad del servicio contratado por el Ramiro. Por cierto que tuvimos un buen susto por llevarlos tan a la vista.


Para compensar la elegancia del 'autopullman', el programa mecanografiado del viaje (titulado 'Forfair' 3.052 y sin membrete que identificase a la agencia organizadora), con algunas tachaduras y correcciones a mano, ayudaba a rebajar las expectativas de nuestro apasionante periplo por tierras italianas, francesas y españolas.


De lo que no cabe discusión (ya que estamos convencidos del irreprochable comportamiento nocturno de todos los componentes de la expedición) es de que el 'autopullman' completaba sus prestaciones mecánicas con un confort extraordinario, capaz de conciliar el sueño hecho realidad de nuestro viaje de fin de curso con otros menos románticos pero, probablemente, más reparadores...
Para dejar constancia indiscutible de ello, Antonio Almagro retrató a unos cuantos compañeros, cuya rendición incondicional ante el acoso de Morfeo queda patente.

En la primera foto, Herrero trata de disimular ante el objetivo de Almagro, entreabriendo los ojos, mientras que Lloréns está sumido en un reconfortante sueño, al igual que muchos otros:


Biarge
González Esteban


























Por suerte, nos deja otro documento gráfico en el que se aprecia cómo algunos miembros del grupo aún son capaces de resistir el asedio (al menos, durante un tiempo). Y aquí podemos ver, tras unos felices Herrero (ahora ya profundamente dormido) y Lloréns, a Sánchez López, Nombela, Castanyer y creo que Pérez Alonso y yo mismo, intentando aguantar el sueño (aunque seguro que unos minutos más tarde ya habíamos pasado a engrosar las filas de los durmientes).



























Y, para terminar, una fotografía que nos ha enviado Vicente Ramos (por lo tanto, correspondiente al viaje del año anterior al nuestro), en la que comprobamos que D. Pedro Dellmans tampoco era ajeno a los efluvios que distibuía el hijo de Hipnos. Es de suponer que, un curso más tarde, el bueno de D. Pedro también compartió nuestros sueños... 

Junto a D. Pedro Dellmans,  Gonzalo Sánchez del Cura (Promoción 1964)

















No hay comentarios:

Publicar un comentario